Elegir cama articulada

6 PISTAS PARA ELEGIR LA CAMA ARTICULADA CORRECTA

A la hora de elegir un modelo de cama articulada u otro son muchas las opciones que tenemos disponibles, algo que nos puede hacer complicado acertar en la compra y terminar adquiriendo un producto que no responda exactamente a lo que realmente necesitamos o que nos lleve a gastar más dinero del preciso. Con la idea de ayudar al cliente en esta elección, y porque en camas articuladas CR lo que buscamos sobre todo es que la satisfacción en la compra sea total, facilitamos una pequeña guía con pistas para acertar en la cama articulada o geriátrica más conveniente en cada caso.

Lo primero de todo sería pararnos a pensar en cuál es la situación del enfermo o persona mayor que va a utilizar la cama articulada, en qué es exactamente lo que necesita. ¿Va  permanecer todo el tiempo en la cama? ¿Lo movilizamos con frecuencia? ¿Necesita nuestra ayuda para levantarse?...  Y también, siendo realistas, hacer una previsión de cuál va a ser la evolución de la enfermedad a medio y largo plazo. Porque es posible que el producto que resulta más conveniente ahora deje de serlo con el paso del tiempo y siempre será preferible anticiparnos a los futuros problemas que tener que incurrir en otros gastos más adelante. El consejo del médico o personal sanitario que atiende a nuestro familiar puede ser de gran interés en esta elección.

1. Primera pista. Camas articuladas con carro elevador o sin él.

En el mercado vamos a encontrar dos grandes tipos de camas articuladas. Las que disponen de carro elevador y las que no cuentan con él. Estas últimas se suelen comercializar como somier con patas u otra denominación parecida y la gran diferencia está en que en las primeras, las que llevan sistema de elevación, podemos variar con facilidad la altura a la que se sitúa la cama respecto al suelo.

El que la cama esté más alta o baja va a influir en gran medida sobre el cuidador, más que sobre el enfermo. Ajustar la altura de trabajo a la altura de una persona de pie facilita sin lugar a dudas las operaciones de limpieza, cambio postural… y hace recaer menos trabajo sobre la espalda del cuidador, que no se ve obligado a forzar la columna vertebral más de lo estrictamente necesario. La propia estatura de la persona cuidadora influye sobre esto, siendo de agradecer el que ese ajuste se pueda realizar del modo más rápido y sencillo, sobre todo cuando son varios los cuidadores que se van turnando. Algo parecido ocurre en el momento de acostar o levantar a la persona encamada: poder variar la altura de la cama en cada momento facilita en gran medida la operación, haciéndola más cómoda para el paciente a la vez que sencilla para el cuidador.

Dado que el mecanismo de elevación se realiza generalmente mediante sistemas de tijera mecánica y que este equipo va a estar trabajando con mucha frecuencia, conviene fijarnos bien en la calidad de este equipo, y en que las piezas de la tijera estén fabricadas en acero de calidad, con un grosor suficiente. Tendremos igualmente en cuenta que el sistema soporte de modo adecuado el peso del usuario de la cama.

Evidentemente, las camas equipadas con carro elevador son algo más caras que los somieres con patas. Una diferencia que posiblemente merezca la pena pagar si la persona va a estar mucho tiempo en la cama y debemos hacer las tareas de aseo, cambios, etc… mientras que permanece acostada.

2.Segunda pista. Planos de articulación de la cama.

Los planos de articulación se refieren a las diferentes posiciones que puede adoptar la cama, a las partes de la misma que resultan movibles. Gracias a ellos es posible incorporar solamente el tronco, bajar las piernas o, en definitiva, ajustar la posición en la que permanece el cuerpo de la persona atendida dotando a la cama de un mayor confort para el usuario.

En la actualidad son frecuentes los modelos de cama articulada de tres planos o de cuatro planos, permitiendo estos últimos una mayor variedad de posiciones. En estas camas de cuatro planos se añade un segmente extra a la zona de las piernas, facilitando una postura similar a la de sentado.

Poder variar estas posiciones de la cama nos va a resultar especialmente conveniente a la hora de incorporar al usuario para la comida, poder ver la televisión o conversar, a la vez que nos facilita en gran medida las operaciones de levantado / acostado y los cambios posturales (imprescindibles para evitar rozaduras o escaras) en la persona dependiente. Disponer de una cama con cuatro planos de articulación en lugar de tres va a ser siempre preferible por el mayor confort para el enfermo que debe pasar mucho tiempo acostado.

En la actualidad los antiguos sistemas de palanca o manivela que se utilizaban para mover las distintas articulaciones han ido siendo sustituidos por mecanismos eléctricos, que utilizan un motor de baja tensión y mando con botones, por lo que se aconseja a la hora de la compra elegir camas con un adecuado nivel de protección eléctrica (IPV) para evitar problemas.

3. Tercera pista. Ancho de la cama.

Los anchos disponibles en la actualidad para camas articuladas son similares a los que podemos encontrar para otras camas: 90 cm., 1,05 cm. y 1,35 cm. Son, por tanto, tamaños estandarizados que nos van a permitir utilizar en nuestra cama para personas mayores o enfermos las mismas sábanas, mantas y lencería que ya tenemos en casa y optar así por un ancho de cama u otro va a venir determinado entonces por otro tipo de criterios.

Por supuesto, el tamaño disponible en nuestra casa y habitación es un dato importante a tener en cuenta. Debemos tener presente que las tareas de aseo, cambios posturales o movilizar a la persona encamada nos pueden requerir un espacio extra para que el cuidador o cuidadores puedan operar con cierta facilidad y que instalar una cama de mayor anchura puede llegar a ser un problema en estos casos; no van a ser infrecuentes, por ejemplo, las veces en que vamos a tener que acercar una silla de ruedas hasta el borde de la cama para movilizar a nuestro enfermo o aquellas en las que tendremos que situar una silla para que el cuidador pueda ayudar con la comida. Y que disponer del espacio suficiente, preferiblemente a ambos lados de la cama, siempre ayuda. No olvidemos tampoco que será usual tener en la misma habitación una segunda cama para el familiar que duerme junto con el enfermo, con lo cual debemos calcular bien el espacio disponible y valorar si nos interesa instalar una cama de menos anchura.

Por otra parte, el tener una cama algo más ancha nos facilitará ciertas operaciones de cambio postural (posibilidad de rotar al enfermo sobre sí mismo). Algo siempre interesante si el espacio disponible nos permite instalar esa anchura suplementaria.

4. Cuarta pista. Barandillas y complementos.

El que la cama de una persona dependiente disponga de barandillas de seguridad nos aporta una protección extra, evitando posibles caídas de imprevisibles consecuencias. Va a ser un complemento muchas veces imprescindible y a la hora de su elección debemos atender a varios criterios de calidad, como una adecuada separación entre barrotes (para evitar lesiones o atrapamientos del usuario), el carecer de tornillería “a la vista” que pueda ocasionar enganches o la facilidad para ser operadas, ya que vamos a recurrir con gran frecuencia a subirlas o bajarlas.

Por lo general obtendremos siempre un mejor precio si compramos las barandillas en un mismo conjunto o kit con la cama articulada, por lo que si prevemos que con el tiempo acabaremos necesitándolas tal vez sea buena idea el hacer una sola compra inicial.

Arquillos de sujeción para el colchón, portasueros y pieceros o cabeceros son otros complementos que añaden funcionalidades a la cama articulada. Debemos asegurarnos de que el modelo de compramos pueda ser equipado en un futuro con tales elementos si no los lleva ya incorporados en el momento de la adquisición.

5. Quinta pista. Facilidad de montaje y mantenimiento.

Es posible que nuestra nueva cama sea enviada sin montaje (con lo cual nos corresponderá a nosotros su instalación en la ubicación definitiva) o que en un momento dado tengamos que cambiarla de lugar (algo que también nos puede obligar a un desmontaje/montaje). En previsión de estas situaciones, las operaciones de armado de la cama deberían ser lo más fáciles posible y debemos asegurarnos de que la documentación e instrucciones facilitadas por el fabricante o vendedor sean claras. Siempre es aconsejable comparar esta documentación entre los distintos modelos en los que estemos interesas (no todos los vendedores la facilitan antes de la compra) antes de decantarnos por un modelo u otro.

En lo relativo al mantenimiento, debemos comprobar que los diferentes mecanismos sean lo más accesibles posible, algo que siempre facilitará la limpieza y posibles reparaciones, y en que la cama tenga la suficiente robustez para que sea durable. Las realizaciones en acero son preferibles a las de aluminio en este sentido.

6. Sexta pista. Acabados y seguridad.

Finalmente, es conveniente fijarnos en que las terminaciones de nuestra cama articulada sean adecuadas para garantizar una mejor comodidad y seguridad. Estaremos pendientes en este sentido de que la tornillería o remaches no provoquen enganchones o posibles heridas (bien rematados, sin sobresalir), que los circuitos eléctricos tengan la protección adecuada (al menos IPv6) y que las aristas o bordes no sean cortantes. En el caso de las esquinas, una terminación redondeada de las mismas nos asegura evitar problemas minimizando el daño en caso de golpes.

Si la cama elegida es un modelo con ruedas, debemos asegurarnos en todo caso de que estas dispongan de mecanismos de bloqueo o freno, y fijarnos a la vez en que estos sistemas sean rápidos y fáciles de accionar.

Un acabado en pintura epoxi, finalmente, nos garantiza la mejores condiciones para la limpieza e higiene de nuestra cama articulada, evitando a la vez futuros desconchones en la pintura del mueble.